‘No nos valoran’: un sindicato de leyenda busca recuperar su fuerza

'No nos valoran': un sindicato de leyenda busca recuperar su fuerza

“Nos ignoran”, digo.

Sin embargo, no se sintió así durante la marcha, en la que en muchos pueblos la gente los recibió con tempiés, Gatorade y comidas completas. Cuando el grupo estuvo en Stockton, una ciudad portuaria del interior, Huerta, que ahora tiene 92 años, se adelantó a la multitud con una gorra de béisbol que decía: “Si puedes”.

“Todos nos han hecho sentir muy orgullosos”, dicen.

Huerta, quien ayudó a negociar el primer contrato de trabajadores agrícolas con Schenley, dejó la dirección de la UFW hace más de dos décadas para dedicarse a otras causas. Pero en una entrevista, afirmó que la necesidad de sindicalización seguía siendo tan grande como cuando ayudó a fundar el sindicato.

“Los trabajadores agrícolas querían el apoyo y lo siguen queriendo”, dice Huerta, quien atribuye la falta de contratos a la renuncia de los productores a negociar de buena fe.

A pesar de los reveses sufridos en las últimas décadas, los funcionarios de la UFW afirman que han seguido obteniendo contratos centrados en beneficios médicos, aumentos salariales y el cultivo de una cultura respetuosa entre los trabajadores y empleados agrícolas. En Monterey Mushrooms, que trabaja bajo contrato desde la década de 1980, los responsables de la UFW afirman que el salario promedio anual de un recolector de hongos es de $45,000 e incluye vacaciones y pensión (el promedio estatal para trabajadores agrícolas oscila entre 20,000 y 25,000 dólares por año). año, según el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos).

“Con un contrato sindical, los trabajadores conocen sus derechos y pueden defenderlos”, dice Teresa Romero, presidenta del sindicato.

Los problemas varían en cada lugar, explicó Romero. “En un lugar de trabajo pueden ser salarios bajos; por otro lado las condiciones de inseguridad y por otro lado la cultura laboral, como tener que pagar sobornos o soportar acoso sexual para tener un trabajo, o tener un supervisor racista o cruel”, dice. “Entendemos los inmensos riesgos que enfrentan los trabajadores al alzar la voz en el trabajo; hay una falta de valor para que los trabajadores se sindicalicen”.

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